17 de desembre 2008

Inspección ocular

Esta es la tradición de alguien que mantiene un pulso constante con las -perras- palabras; de alguien que de pequeña siempre se aburría leyendo; de alguien que dejó de hablar y de leer, de alguien que necesitó las palabras para construirse de nuevo; de alguien para quien literatura y vida estan unidas: literatura y vida como experiencias y ventanas al mundo; a otros mundos. 
Este alguien eres tú, el tú con quien estas palabras establecen un diálogo; este tú no es el lector, este tú soy yo, este alguien soy yo. La pantalla es un espejo, el espejo donde un quien busca su tradición, donde yo busco mi tradición. Y es curioso, frente a la pantalla exploro mis espejos poéticos y puede que tantos reflejos me cieguen, puede que como Narciso termine ahogada en un estanque. Aunque no, no soy Narciso ni quiero serlo, no quiero ahogarme en ningún estanque, porque un estanque no es mi tradición. Mi tradición es algo así como un paseo de un lado y otro lado, un juego de casualidades y coincidencias; aquello que el azar pone en mis manos. Puede que sea una deriva de tiempos, archipiélagos de lecturas azarosas en el mapa de los años transcurridos. En un estanque la deriva es imposible y en un mapa, la deambulación posible.
El mapa es un trayecto trazado con nombres de hombres y mujeres, autores agrupados por épocas, islas de archipiélagos de un despertar. Estoy construyendo un memorial del futuro. En este trayecto, como en otros, me dirijo al faro, luz de una ventana de Delft, de un Vermeer trazado en palabras: «En la penumbra me siento como aquella que pesa las perlas./ En la penumbra atenta a punto de equilibrio/sostengo entre mis dedos la finísima balanza/ y siento perlas que escapan de mis manos [...]», como escapa el faro de mi itinerario, como se suceden les pasajes y los parajes1. 
Una vez estuve en Benedetti, archipiélago redentor de un réquiem con tostadas. Dije adiós a la tierra infértil y conocí excusas para el inicio de un viaje anunciado. Hallé en los libros el café tras años de insomnio y aburrimiento. Me atreví por vez primera a deambular con las palabras, escuché aquello de los otros mundos, navegué de isla en isla: Kafka, Cernuda, Galean. Descubrí un gracias «[...]por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,/ por el olvido, que anula o modifica el pasado,/ por la costumbre,/ que nos repite y nos confirma como un espejo,/ por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio, [...]»2. 
Puede que sonara música, un canto de sirenas lejanas; puede que me marchase con ese gracias, puede que decidiera deriva. Decidí deriva: me pronuncié como deriva hacia al faro y en la deriva conocí sus intermitencias. Me perdí unas cuantas veces hasta que un día recalé en Belli. Saqué de Waslala el primer volumen de una biblioteca sin catálogo, me asomé a otra literatura y conocí la idea utópica de una poética en desarrollo. Confluyeron en mí las lecturas aburridas y la búsqueda en ellas de algo indefinido. Exploré ínsulas donde prosa y poesía se unían con el paisaje. Encontré una diferencia que me beneficiaba: un modo de acunar el tiempo y fijar el discurrir de las palabras.
Salpé de Belli un día claro y emprendí una travesía de lecturas obligatorias y de fragmentos anotados en dietarios volubles y en cahiers; en agendas de imágenes y en carpetas digitales. Apareció ante mí un miratge que me entretuvo; me retuvo en una espera activa, «la paciencia del que camina [...] hacia ese lugar en los que los “para cuándos” [son] un poco menos numerosos, un poco menos pesados»3. Hoy, Para cuándo es el archipiélago que me mantiene en ruta, dibuja en el mapa nuevos nombres: Sebald, Bernhard, Careri... Construye puentes y teje la espera, pinta cuadros con la vista, horizontes como trazos imposibles: 
«Amb pressa, com si la cridessin amb urgència, va tornar a la tela. Era allí, al quadre. Sí, entre els blaus i els verds, les línies de través i de biaix en el seu esforç en aconseguir-ho. El penjaran a les golfes, va pensar; l'estriparan. Però tant se li feia, es va dir, tornant a agafar el pinzell. Va mirar els esglaons: no hi havia ningú; va mirar la tela; es veia borrosa. Amb una intensitat sobtada, com si ho hagués vist clar durant un segon, va traçar una línia al centre. Ara sí, s'ha acabat. Sí, va pensar, deixant el pinzell amb un gest fatigat, he aconseguit tenir la meva visió»4. 
Estoy en la casa de la mirada, miro de nuevo mi mundo, mis otros mundos. La pantalla deviene espejo y en el cristal inverso se escribe, escribo un memorial del futuro: «imaginar la realidad sigue siendo tan importante como construirla»5. 
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1.CHOCANO, Magdalena, A Vermeer de Delft en: FORGES, Roland, MARTOS, Marco, La escritura, un acto de amor. Poesía del Perú del siglo XX. Edicious de Tignhus, Grenoble, 1989.
2. BORGES, Jorge Luís, Poema de los dones.
3. PASCUAL, Itziar, La Edad de la Paciencia en http://parnaseo.uv.es/Ars/Autores/Pascual/voces/afe.htm
4. WOOLF, Virginia, Al far. Proa, Barcelona, 1984. 
5. BELLI, Gioconda, Waslala, memorial del futuro, Anamá Ediciones Centroamericanas, Managua, 1996. 

4 comentaris:

HeledeHela ha dit...

mmmmm.... ( silenci)
(SILENCI)

Anònim ha dit...

això és... espera que trobo la paraula adequada... ah si! CHACHI!!!


jajaja!

p.d.: ho diu la llicenciada (o gairebé)
p.d.2: és el que tenim: mucho mundo y mucho vocabulario...
p.d.3: yo también decidí deriva...

Anònim ha dit...

p.d.4: prova de prono..., pronim..., pronimal.. pronominalitzar! el verbo correr...

prova-ho!! a ver si puedes...

el què deia, mucho vocabulario...

;)

Anònim ha dit...

hay que ver...

(perras) palabras...