La literatura es el lugar donde se piensan las palabras, las palabras colectivas y también las palabras privadas. La literatura es el lugar donde se construye el significado de las palabras y es por tanto el lugar donde se construye el significado de la existencia, es decir, el lugar donde se construye eso que llamamos realidad.[...]
No es extraño por tanto que alguien quiera apoderarse de ellas. Las palabras son de todos, precisamente ese es su valor, que son de todos, que todos las constituimos y todos estamos constituidos por ellas. Pero ya se sabe que existe la tentación de querer ser más todos que todos. Existe la tentación de adueñarse de las palabras. En cierto modo y metafóricamente hablando, la historia de la humanidad es la historia de un combate por las palabras. [...]
[...] Escribir es un acto de desigualdad. En ese sentido, la escritura recoge y continúa la herencia de la literatura oral. El que habla exige silencio. El que escribe pide atención. Nos obliga al silencio. La escritura es un acto de desigualdad y por tanto un acto de violencia, un acto de invasión, nacido de la voluntad de dominio: un acto de poder. El que habla quiere que nos callemos. Un acto de soberbia. La soberbia de escribir.
Aportaciones sobre un imposible debate sobre la crítica, Constantino Bértolo
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